Pura vida


¿Quién no ha soñado alguna vez con liarse la manta a la cabeza, ponerse unas bragas limpias y vivir la vida loca? Y si es en un país caribeño, embriagado de su sensualidad y exuberancia, mejor que mejor. Por este motivo, el de la mítica pero certera identificación con los personajes de las novelas que leemos, al club de lectura de Los Rolirepa le ha gustado la Pura Vida de José María Mendiluce. Me atrevería a decir que todos soñamos en algún momento del libro, sobre todo los buenos, con ser Ariadna, la protagonista de esta historia de liberación con moraleja moralizante incluida, que vive una profunda historia ¿de amor? En Costa Rica.

Veníamos de la lectura “difícil y pesada”, según recogió María en su acta, de Me llamo Rojo de Orham Pamuk, por lo que esta propuesta para sumergirnos en la calidez tropical de Pura Vida ha supuesto un rayo de luz, de ese sol del trópico, para seguir avanzando en nuestro caminar como lectores comunitarios.

Muy fresco, muy agradable y que se ha dejado leer, fueron los primeros calificativos que de la lectura de Pura Vida se vertieron sobre la mesa del debate. La mayoría de los presentes, por no decir todos, aseguraron haberse sentido arrastrados por la pasión de Ariadna en un libro en el que Mendiluce va picoteando de otros asuntos. Se habló de la utilización o explotación de la raza negra, de la deshinibición que otorga el consumo de drogas, el SIDA, los actos irresponsables, el funcionamiento de las organizaciones internacionales en países menos desarrollados, así como la disociación entre el progreso y la destrucción de un paraje natural.

Sin movernos del salón de la biblioteca y durante unas horas viajamos en el tiempo entre Costa Rica y Londres. Al país centroamericano de la mano de José María Mendiluce quien nos fue llevando en un debate sobre la necesidad que tenemos los seres humanos de vez en cuando de un poco e caos para poner orden en nuestras vidas. A la Gran Bretaña nos teletransportamos gracias a los sabores londinenses que nos llegaron, para amenizar la merienda, de manos de una de las Rolirepa, cuyo nombre obvio para que luego no me tire de las orejas. Sabores en forma de una variada selección de te, flakes(o chocolatinas) y carrot cake(o pastel de zanahoria). Y es que los encuentros de este club de lectura se están convirtiendo en un auténtico placer para los sentidos.

Todos estos aditivos nos endulzaron la reflexión sobre el paso de una mujer gris, como Ariadna, por la húmeda selva, debatiendo sobre si se puede tener una pura vida y decir al final de la misma “que me quiten lo bailao”, pero sin arriesgarse. Sobre todo para que cuando se es consciente de la brecha que existe entre el sueño y la vida no se nos caiga el mundo encima.

De José María Mendiluce y su Pura Vida Los Rolirepa han pasado a Javier Marías quien nos ha propuesto un nuevo reto de nombre Mañana en la batalla piensa en mí.



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